miércoles, 30 de septiembre de 2009

Un honesto error

'Errare humanum est' dice un vocablo latino. Todos fallamos, es propio de nuestra naturaleza humana -humanoide como diría la Kati-. Y cuando uno falla, es menester de la situación pedir las disculpas del caso, porque cuando se anidan cosas en el corazón, muchas y/o durante mucho tiempo, quizás la forma en que exploten, no sea la más ortodoxa oscilando entre la rabia descontrolada, el llanto, etc.
Es bueno reconocer que uno falla, nadie es tan soberbio para no darse cuenta de sus errores, eso te hace más humano, más vivo que nunca, no eres un androide que anda por la vida de robot, sino que pasas a ser alguien de carne y hueso que llora, sufre, come y hace caca.
Ahora, ¿en los hombres es más fácil pedir disculpas que en las mujeres?. Un concepto arraigado en las féminas es el de retener, y para el hombre es soltar (obvio). Entonces si yo le pido mis disculpas, mis perdones, estamos tiqui taca. Para la mujer es más difícil porque no le basta sólo con las disculpas, sino que debe analizar, reestructurar la situación, llegar a un consenso con sus neuronas y recién ahí estaríamos hablando de la palabra 'Perdón' propiamente tal. Mientras tanto, abrázala, quiérela y siéntela más cerca que nunca hasta que se le pase la tontera.




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